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viernes, 29 de febrero de 2008

¿Recuerdas tu primera maratón?

Aún no entiendo como pude ambicionar algo tan grande, nadie me invitó, e incluso arrastré a personas a que la hicieran conmigo y aunque las demás siempre permanecieron tímidas en sus decisiones hasta última hora, yo no, yo era una inconsciente, ambiciosa, soñadora e inquieta que siempre permanece escalando, queriendo ir más allá de lo que tengo a mi alcance, esta vez mi objetivo era la MARATÓN de Sevilla.

Durante los días previos a la Maratón pensaba en ella como un monstruo que se estaba acercando, los sentimientos eran lo mismo de ansiedad, porque llegara ya, por miedo, incertidumbre de que es lo que iba a pasar... no tenía mucha confianza en mi, el entrenamiento siempre me parecía poco, nunca lo cumplía a rajatabla y tampoco era constante en los días. Aislada de cualquier conversación deportiva se iban acercando los días, lo más cerca que estuve del deporte fue echarle la pelotita a mi perrita para jugar con ella, pero permanecí fuerte en mi decisión, lo mismo fue positivo, nadie me puso nerviosa alertándome de que llegaba ya. La víspera había llegado.
El día antes tenía un nudo en el estómago, lo comparaba con el día de mi comunión, el día que me casaba o el día que me examinaba del carné de conducir. Me llevaba horas y horas consultando todas las páginas de Internet a ver que podía leer que me fuera útil, aunque leía y leía no leía nada, nuestro Presi, pendiente de mis ánimos y la verdad es que estos no flaqueaban, lo que flaqueaba era la inseguridad de hacer o no hacer algo que me viniera mal para poder correr la Maratón, antes de meterme algo en la boca o beber líquido lo estudiaba a fondo que podía o no podía tener que no me cayera y me fastidiara el estómago o perdiera fuerzas para mi día X. Ya estaba aquí y tenía que hacerlo, sólo la anulación del evento me echaría para atrás, estaba comprometida con la persona más importante de mi vida. YO.

Me leí de arriba abajo todos los folletos que me dieron con la bolsa, por delante, por detrás, me puse en la cola de los podólogos a ver si me decían algo que tuviera que empezar a prevenir o que no supiera.

El día 24 llega y ya no pienso, sólo permanezco en una nube inconsciente de lo que iba a pasar.

Ver al Presi y a todos los del club, me animaron.

En el Estadio me encontraba emocionada, preparando la marcha, parecía que me iba y no sabía cuando iba a volver, gracias a nuestro David Bueno, Javi y Fernando me narraban sus impresiones de otras maratones y eso me iba relajando, perdiendo un poco ese miedo que llevaba conmigo desde hacía mucho tiempo. En la salida había posiblemente más de 3000 personas y aún así me encontraba muy sola, tenia muchas ganas de llorar, quise acercarme a la persona que más se implica con todos, nuestro Presi, que me dijera algo, si iba terminaría llorando y no quería. Tenía que ser fuerte y contener mis emociones. Lo más duro de la carrera fueron los primeros kilómetros, aunque no hacia frío pero hacer el calentamiento y ponerme a mi ritmo se me hizo largo. En el km. 9 ó 10 aprox. dejé de mirar los kms., empecé a relajarme, entrar en calor y en Sevilla. Ya en la ciudad empecé a sentir que me salía de mi, estaba eufórica y loca de contenta de lo que estaba haciendo.

Iba empapándome de todos mis compañeros de alrededor, sus historias, sus experiencias, sus maratones, sus chistes, bromas...eso me tranquilizó y empecé a charlar con todo el que se movía, contagiándome las ganas de bromear y de reírme. He conocido muchísimas personas de todas partes, Cáceres, Badajoz, Madrid, Barcelona, Málaga, Granada, Zaragoza, y del barrio Juan XXIII..., con todos y cada uno de ellos he podido vivir uno de los días más felices de mi vida, sí, ha leído bien, feliz como hacía mucho, pero mucho, tiempo hacía que no vivía. En ningún momento de la carrera me encontré sola, siempre tenía a alguien a mi lado y cuando no lo tenía o bien porque se había escapado o se había quedado detrás, era el momento de estar conmigo, sentirme, darme cuenta de como iba, oyendo a mi cuerpo como dice el Presi, era los momentos de repasar mi próximo proyecto. Momentos en los que me siento muy fuerte y voy corriendo como si estuviera flotando en una nube, con la cabeza muy alta botando envuelta en una burbuja, no hay nadie a mi alrededor, sólo voy yo y me encuentro estupendamente. En los momentos que bajo de la nube es para reírme y disfrutar, saco las conocidas frases tan simpáticas que tenemos en las carreras como el bromear con los agentes de seguridad diciéndole: sr. agente por favor que está el semáforo en rojo, ¿que hago ? me paro?, el sr. agente me contesta: pero chiquilla todavía tienes ganas de bromear? ó también a otro del tráfico, la otra que dice menos mal que se ha puesto en verde o sino me tenía que parar, éste último lo perdí de vista y no paraba de reír, sería la primera vez que las oía como yo que hace ya un año que las escuché y aún sigo riéndome y soltándolo cada vez que me surge la ocasión y voy sola y contenta.

He disfrutado desde el primer voluntario hasta el último, he tenido que mojarme los muslos con la esponja para poner contento a un chiquillo que me pidió por favor que le cogiera algo porque como habían tantos niños repartiendo al pobre nadie le cogía nada y se aburría, total, me apiadé del niño y le cogí la esponja, leche, que con lo fría que estaba me sentó fatal, menos mal que me olvidé pronto de la dichosa esponja.

En esos pocos momentos de soledad que tuve recorriendo las calles, se me venían a la memoria recuerdos vividos en algunos momentos de mi vida por aquellos lugares. Pasando por el Hospital Virgen del Rocío me acordé de mi lesión y me hizo recordar que ya se acercaba la avda. de La Palmera, advertí a un acompañante malagueño que tuviera cuidado, ya que según los veteranos, se acercaban kms. difíciles. Me contestó que en el próximo avituallamiento que nos encontráramos se hidrataría bien, le dije que no parara, que siguiera trotando, no lo volví a ver más, supongo que me haría caso y terminaría la carrera porque según él era la Maratón más bonita que había hecho nunca, la ciudad y el recorrido eran preciosos, por lo visto venía mucho por cuestiones de trabajo y nunca había tenido tiempo de visitarla y ahora estaba haciendo la Maratón. Si todo seguía igual que me dijo en el km. 28 ó 29 volvería a hacerla el año que viene.

Advertida de que se acercaba el susodicho km. y lo bien que me encontraba, aún no me había cansado, es más se me hizo corto hasta el km. 30. Todo se lo debo, creo, que ha haber hecho dos veces dos largos de 30 km., mi cuerpo lo tenía totalmente asimilado, ya sólo faltaban 12 km., eso no es nada, pensaba yo, es ir desde mi casa hasta la gasolinera de la ctra. Dos Hermanas-Alcalá, saludar, decir odios a los que trabajan allí y volver para mi casa, eso, no es nada. A partir de aquí empiezo a animarme más.

A todo esto sigo disfrutando con todos mis alrededores, paso por el Real recordando buenos momentos vividos, acordándome de que tengo que ir a comprarme otro traje de flamenca, ¿de que color me lo compro? bueno, ya veremos, el que me haga más guapa, me iba diciendo yo. Me doy cuenta por la gente que me mira que voy riéndome, enseguida quito la sonrisa y normalizo mis gestos, reacciono y pienso: "amos a ver María" ¿porqué quitas la sonrisa de tus labios?, quítate cosas malas pero no las buenas, si piensa la gente que estas loca por ir riéndote cuando estás disfrutando tanto, pues que lo piense, ¿acaso no es verdad?, claro que si, estoy loca pero una loca feliz. ¿Que malo es eso si estoy disfrutando tanto? Estas sensaciones tan placenteras no me las puede quitar nadie, son mías y las vivo ahora que es mi momento. Volví a sonreír y no quité la sonrisa de mis labios hasta que entré en el Estadio que la cambié por el llanto.

Antes de entrar en Triana, por el temido parque de los Príncipes estuve buscando a una pájara o como mucho su nido, no vi nada, más que nada para saber como era. Entré en el barrio y dejé de tener tiempo, para mi y para nadie de mi alrededor, oyendo a esas gentes dándonos su cariño y ánimos me encajé en una de las calles más conocidas y transitable por mi. Se me hizo tan corto la c/. Torneo que cuando me di cuenta estaba en el puente y de nuevo el Presi para animarme. !!!!!Ayyyyyyy este Presi, no creo que volvamos a tener otro igual!!!, desde que lo ví por primera vez me habló como si me conociera de toda la vida, él es el que verdaderamente hace que me sienta a gusto en el club no dejando de mandarme sus entrenamientos, sus consejos, no dejando que me olvide de que existe el club km.42 y que yo pertenezco a él.

No estaba nada cansada, yo misma me preguntaba que cuando me iba a cansar, no quería ponerme a un ritmo más alto porque mi inexperiencia, y sola, me podía jugar mala pasada. En el 40 aproximadamente están mis niños esperando a que pase, son voluntarios de una ONG, a los cuales les hago constar que después de tenerlos a ellos esto es lo mejor que había hecho en mi vida, a partir de aquí vi que estaba tan cerca que si aumentaba mi ritmo no podía fallar nada, ya no pinchaba.

Creo que he sido demasiado cautelosa, pero en definitiva se trataba de pasármelo bien, de disfrutar mi primera maratón, darme un paseo por las calles de Sevilla, reírme, soñar, sentir, conocer gente, cambiar impresiones, compartir..., confieso que no miré ni una vez el reloj, está tan viejo y falla tanto que no me vale más que para que veáis que tengo un reloj, no más, pero bueno, el día que empiece a importarme el tiempo que hago ya me compraré uno, por el momento sólo quiero vivir y disfrutar de lo que hago. Sin prisa y sin pausa.

Entré en el Estadio emocionada de que lo había conseguido, ya era una MARATONIANA, eso es un sueño de muy pocos locos y bendita locura. Tenía dominado y abrazado a mi monstruo, era mio y me había hecho muy feliz.

Me sentía orgullosa de mí, estaba que me salía, tenía muchas ganas de llorar y lo hice muy tímidamente para lo que necesitaba hacerlo, menos mal que estaba allí nuestro encantador Juan Carlos y su hombro para no sentirme sola en un momento tan especial para mí.

Tuve sensaciones un tanto extrañas, me sentía grande, muy grande, acababa de realizar algo que ni siquiera me atrevía a soñar, sin embargo allí había una chiquilla desabrochándome los cordones, a mí, a la persona más sencilla y humilde que puede haber en la tierra estaba arrodillada quitándome los cordones, humilde, sencilla y al mismo tiempo grande, que extrañas sensaciones.

Fue un día inolvidable, perfecto, auténtico, tal como era yo sin interrupciones, era mi día y era posiblemente el 3º ó 4º día, como mucho, más feliz de mi vida.
María.

1 comentario:

Ignacio dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.