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lunes, 26 de abril de 2010

Mi segundo MAPOMA

El año pasado decidí que ya era hora de aventurarme y hacer la Maratón de Madrid, no me fue la cosa mal y pese a hacer la de Sevilla, hice Madrid en 3 H 32´.
La carrera me salió bastante bien menos en los últimos kilómetros que perdí unos 5 minutillos.
El pasado Domingo 25 de Abril (Sábado de feria), decidí hacerla por segundo año consecutivo e intentar no sufrir en los últimos kilómetros.
El amigo Nacho como siempre, me aconsejó sobre el entrenamiento para que no llegara muy cansado después de hacer Sevilla en Febrero.
También pedí consejo a Fernando (El de Madrid), el cual me dijo que intentara salir de la Casa de Campo (Km 30) sin haber sufrido mucho porque hay es donde comienza verdaderamente la Maratón.
El sábado fui a la fiesta de la Pasta y aluciné del ambiente que había allí.
La carrera empezó el Domingo a las nueve, éste año había 15.000 personas en lugar de las 10.000 del año pasado porque se han inventado hacer una carrera de 10 km a la misma hora del Maratón y por el recorrido de los 4 primeros kilómetros.
Tardo 6 minutos en pasar por la alfombra de la salida y comienzo la carrera.
No se puede coger ritmo de la marabunta de gente que hay, al llegar al Santiago Bernabéu, los participantes de la carrera de los 10 Km, se desvían hacia la derecha.
Paso por el km 12 a 1 hora 01´, no está mal la cosa, sigue la carrera y llego a la media maratón con 1hora 47´ entonces me doy cuenta que iba a ser muy difícil hacer 3 horas 30´que era mi primer objetivo pero pasamos al segundo objetivo que era intentar 3 horas 40´y sufrir lo menos posible en los últimos kilómetros.
Al paso por la media, me encuentro muy bien, he ido bebiendo en todos los puestos de agua, tomando mi glucosa e incluso me iba echando por encima de cada uno agua por la cabeza y el cuello, sólo me faltó el bronceador en los hombros para no ponerme colorado como un langostino.
En el Km 25 con 2 horas 6´, llego a la casa de campo, me acuerdo de lo que me dijo Fernando y sigo intentando dosificar esfuerzos y no hacer cambios de ritmo ni nada.
La carrera se preveía dura puesto que ya llevaba un par de Kilómetros con un montón de compañeros que comenzaban a caminar y con calambres de las altas temperaturas.
Llego al Km 30 con un tiempo de 2 horas 33´ y me pongo muy animado, porque veo que me quedan sólo 12 Kilómetros y con no subir mucho de los 5´x km voy hacer una buena marca.
El ambiente era estupendo, durante toda la carrera la gente no dejaba de animar, e incluso la policía iba diciendo por los altavoces que se echaran hacia atrás para dejar paso a los corredores. Había varios grupos de música e incluso un grupo de Gaiteros.
Lo peor está por llegar, después de hacer una buena carrera, sin problemas musculares, ni deshidratación, ni rozaduras, llego al Km 36 y sin avisar llega EL TIO DEL MAZO , me quedo sin gasolina y a caminar.
Intento reaccionar, pero nada, cada 300 o cuatrocientos metros me tengo que parar a andar e incluso con la gente animándote y diciéndome que siguiera.
En los últimos kilómetros iba acojonado, por lo menos 2 o tres ambulancias atendiendo a la gente en camillas.
Al final todo estropeado y me presento en la Meta con 3 horas 46´.
Os animo a correrla algún año porque la carrera es maravillosa, pero si tengo que decir algo malo de ella sin duda es la excesiva dureza del final de la prueba.
Bueno lo importante era acabarla y me llevo unos momentos muy bonitos vividos.
Por ejemplo que en el Kilómetro 24 te toque uno por la espalda y te diga, ¿Tú que eres de Montequinto?, yo también soy de allí.
O que en el 34 me encuentre a un amigo que conocí en la mesa de la comida de la pasta.

Saludos…..

José Gálvez.

sábado, 3 de abril de 2010

El Muro no existe.



“El muro no existe”, me dijo un compañero de asfalto cuando le acompañaba en bicicleta un tramo de la maratón de Sevilla, al llegar al kilómetro 35 y le pregunté cómo se sentía. Él, como otros tantos de nosotros se rehusaba a dejar de correr a pesar de una lesión en su rodilla…
Debido a los largos meses de lluvia en España, el miedo a resbalar en alguna vereda o calle mojada y lesionarme, me puso a pensar en entrenar subiendo y bajando gradas. La idea parecía perfecta, además de entrenar cardio, podía trabajar fuerza muscular. Pero no contaba con que el cambio tan brusco de ejercicio y de movimientos me dejaría una lesión (sin diagnóstico aún) en mi rodilla derecha. Desde mí llegada a Europa, me ha tocado enfrentar un sinnúmero de inconvenientes, y al verme imposibilitada para caminar un mes y para entrenar 2 meses, hizo que mi mundo se venga abajo. Entre mis metas deportivas para este año, tenía planeado correr la maratón de Sevilla en febrero y la de Roma en marzo por debajo de las 4 horas, pero el parón repentino me obligó a repensar mis planes. En Sevilla no hice más de 3 kilómetros patojeando y Roma estaba por verse (tenía que esperar un milagro).
Lo tenía todo pagado y el viaje armado, al menos quería estar presente en la fiesta que se celebra en Roma por su famosa maratón y salir con el pelotón así sea para abrirme unos pocos kilómetros después. Una amiga viajó de Varsovia y nos encontramos de Roma para hacer un poco de turismo 2 días previos; la tarde anterior a la carrera, la rodilla volvió a molestarme al caminar. Cada vez sentía más imposible la idea de cruzar la línea de meta con una lesión y 2 meses sin entrenamiento.
Los momentos previos a la carrera fueron momentos de ansiedad y emoción; miles de atletas, acompañantes, reporteros, cámaras, artistas, etc todos alrededor del Coliseo romano. Gente de todas las edades, capacidades y colores a la espera del momento 0. No puedo describir el nudo en la garganta por la emoción que tenía al ver el famoso coliseo atrás mío y estar rodeada de todos aquellos que nos llaman “finishers” con la ilusión a flor de piel. Mi rodilla ya me molestaba mucho y me costaba creer que aún antes de empezar la maratón, tenía que atravesar la famosa “pared”. Tuve que ver a quien estaba adelante mio, que tenía en su camiseta escrita la frase “There is no wall” y recordé de pronto aquel “El muro no existe” de Sevilla. Respiré profundo y empecé a caminar entre el mar de gente…
Los primeros 21 kilómetros intenté mantener el ritmo, a partir del km 3 la rodilla me dolía cada vez más. Me concentraba en el braceado y la respiración pero cada vez que teníamos que pasar los tramos de empedrado tenía que enfocarme en donde pisar y el dolor se volvía más intenso. Pude notar que habían otros pobres mortales corriendo con alguna lesión y maliciosamente eso me daba más ánimo. Poco a poco vi como se alejaban de mi los pacers de 4:00, 4:15 y 4:30… mi idea de bajar de las 4h ya era imposible pero me mantenía la ilusión de terminar. El paisaje fue increíble, la gente en las calles gritando, bandas tocando, ruinas y monumentos famosos en cada tramo me hacían seguir sin parar un momento. Definitivamente pasar por el Vaticano, el escuchar “forza donna” y el aliento de los otros corredores me llenó de mucha energía para continuar después de la media. Para el kilómetro 25 mis piernas estaban recargadas de ácido láctico y me pesaban cada vez más. Al llegar al 35 y volver a entrar al tramo de empedrado me hizo bajar mucho el ritmo a pesar de saber que faltaba poco. Cuando pensaba ponerme a caminar, como caidos del cielo, un par de corredores italianos empezaron a alentarme; uno llevaba el cansancio de más de 20 maratones en su vida y el otro una lesión en el pie. Los 3 fuimos hablando y riéndonos de mi italiano torcido, cuando uno decaía, habían 2 que alentaban al otro. Definitivamente con el “piano, piano” (suave, suave), pasamos la Plaza España, la Fontana di Trevi, la Plaza Venecia hasta por último ver nuestro último objetivo; el Coliseo romano de donde partimos y donde terminaba la carrera. Ver el km 42 me hubiera parecido imposible días atrás, incluso horas atrás, pero ahí estábamos en el último empujón, los 3 cogidos de la mano cruzando la meta con el mismo nudo en la garganta con el que empecé la carrera y recordando la misma frase del inicio: “El muro no existe!”.
Gracias por compartir estos momentos a la distancia.


los quiere y piensa,
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Verónica Vargas